La locura del Evangelio

Te llamaron loco a ti. Y a los tuyos. Y a muchos otros hombres y mujeres en la historia. Les llamaron trastornados, chalados, insensatos, lunáticos… porque el evangelio le daba un poco la vuelta a todo.


Hoy todo es más sutil, pero al final sigue habiendo quien piensa, burlón, que tomarse demasiado en serio tu proyecto tiene algo de chifladura… ¿Y qué más da lo que digan? ¿Quién es el loco, y quien el cuerdo? Es verdad que puede parecer temerario arriesgarse a amar a tu manera, a gastar la vida sin demasiadas reservas, a buscarte aunque te nos escondas un poco.


Y, con todo, mejor ser capaces de vivir esa lógica que nos hace los más locos del mundo, y los más humanos.
 

Estas palabras provocaron una nueva división entre los judíos. Muchos decían: «Está endemoniado y loco, ¿por qué lo escucháis?» (Jn 10, 19-20)



“Nadie da nada por nada”. “Piensa mal y acertarás”. “Todo tiene un precio”. “El que pega primero pega dos veces”. “Calumnia, que algo queda”. “Dios no existe, así que disfruta de la vida”. Refranes de siempre, eslóganes de ahora.

Y frente a ellos, se alza, desnuda, esa otra verdad tuya que invita a amar sin esperar nada a cambio. A partir tu pan con el hambriento y tu túnica con el desnudo. Esa forma tuya de tener siempre una palabra y un gesto de acogida para cada persona, al margen de etiquetas ni prejuicios. Esa forma tuya de saber que cada persona es un tesoro único que Dios ha puesto en este mundo para que dé fruto.


“Quien se empeñe en salvar su vida, la perderá; quien la pierda por mí y por la Buena Noticia, la salvará. ¿Qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?” (Mc 8,35)



En el mundo de las seguridades y la sobreprotección. Cuando todo tiene que estar bien atado, para no dejar hilos sueltos. Cuando se nos invita a buscar la seguridad, porque nunca se sabe lo que puede pasar, es bonito imaginarte saliendo al camino, a la intemperie, sin tener todas las seguridades en la mano.

Porque en la vida, a veces, hay que arriesgar. Arriesgar para darle una oportunidad a los que no la tienen. Arriesgar para buscar una felicidad que no siempre está a la vuelta de la esquina. Arriesgar para que la fe sea algo que de verdad nos llegue a la entraña. Arriesgar para llegar a amar a tu modo.


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Comentarios: 2
  • #1

    Anonimo (sábado, 28 febrero 2015 23:55)

    Victor Dios es siempre fiel a sus promesas. Ten fe. El Evangelio es palabra Viva!

  • #2

    Jorge (sábado, 11 abril 2015 23:31)

    Dios nos ama por nada!!! Es el amor puro, esa es la oración de alabanza. Alabar a Dios es amarle sin esperar nada a cambio, es amarle no por que nos bendice, por las gracias que esperamos de Él... es amarle por nada!!! Ese es el amor del Corazón de Jesús. Gratuidad total!!!