Florentina

Les cuento algo "especial" que me ocurrió en Murcia preparando las misiones de Semana Santa.  El caso es que allá por el mes de enero, en mi penúltima visita a Murcia, fuimos a la Catedral con D. Antonio (Párroco de Santa Florentina) a presentar al Obispo de Cartagena, D. Juan Manuel Lorca, las misiones de Semana Santa. Antes de la cita con el Obispo estabamos tomando junto al Palacio arzobispal un café  y tuvimos una desagradable experiencia con un mendigo, que con malos modales nos exigió una limosna. Era sin duda rumano y formaba casi con toda seguiridad parte de un grupo organizado, pues todos llevaban barra de pan y pedían lo mismo, poder comprar un bocadillo de atún. Fue desagradable por las formas y el trato exigente y maleducado... A todos, o al menos a mi, se nos quedó grabado...

 

Alguna semana después volví a Murcia, para seguir preparando las misiones. Allí me volvió a recibir D. Antonio en su nuevo destino pastoral en el centro de Cartagena: Santa Florentina. Tuvimos Misa y al día siguiente me desplacé a Lorca, para visitar al párroco de S. Mateo, en pleno centro de Lorca, una Iglesia enblemática destruida y reconstruida tras el terremoto. Allí tenía que pedir permiso a su párroco para poder hacer hacer tambén Una Luz en la Noche el jueves Santo. Todo fue perfecto y D. Francisco Fructuoso nos dio su  el sí a la propuesta de Nueva Evangelización. Al acabar la reunión tuve tiempo de recibir a Jesús Sacramentando y salí a la calle a por mi próxima cita: D. Jesús, párroco de San Diego con el que tenía que concretar los detalles de las misiones en su Parroquia. Hasta aquí todo normal, pero al salir a la calle ME OCURRIÓ ALGO que creo que no fue casual, les cuento:

 

Justo al salir de la Iglesia y siguiendo las prácticas cuaresmales di una pequeña limosna a una Señora pobre que estaba a la salida del templo... Pero cual fue mi sorpresa cuando por detrás se me acercó una chica que parecía rumana. Era de unos 30 años de edad y me pedía ayuda. Mi primera reacción fue bastante fría, pues me acordé de mi anterior visita a Murcia y de aquel rumano exigente y algo maleducado; a fin de cuentas ya "había cumplido con mi limosna"... No me pregunten por qué, pero me paré a hablar con ella. Era serena,  y educada. Insistía, suplicaba ayuda para su bebé, pero siempre con buenos modales. Un buen amigo (Javier Rivero) me enseñó que los pobres necesitan nuestro tiempo más que nuestro dinero y desde entonces cuando me piden algo, intento hablar con ellos y acompañarles a comprarles lo que necesitan si puedo.   Pues bien, esta joven me contó que tenía tres hijos y uno de ellos, el más pequeños estaba enfermo. Necesitaba una leche de bebés especial, pues con las normales vomitaba. La enfermedad era sería (no la recuerdo). Al final tenía 15 minutos y nos pusimos rumbo a la farmacia.

 

Mi primera sorpresa fue que ella me insistía en ir al Mercadona, pues allí sería más barato y podría ahorrar dinero, a lo que aceedí. Entramos en el mercadona y nada... tenían un montón de leches pero no la que buscábamos; cuando le preguntaba por comprar otra me trasladaba la responsabilidad diciéndome que si estaba seguro (le conté que era padre de cinco hijos), pues su niño podría vomitar y ponerse peor... 

 

Al salir a la calle me dijo que en toda su vida nadie le había dedicado ni un momento de atención, que yo era muy bueno...(¡Dios mio..., si mi trato fue mínimamente educado!) 

 

Bueno el caso es que seguimos andando ahora en busca de una farmacia, y según caminábamos le pregunté su nombre. ¿Cómo te llamas? y me respondió: FLORENTINA, ¿Cómo? FLORENTINA

 

No mostre sorpresa, en mi reacción, como si me hubiera contestado María, pero si le hice otra pregunta:

- ¿De donde eres?

- De Bulgaria me respondío

- ¿Es común este nombre en Bulgaría?

- No, me respondió

 

Pueden imaginar mi sorpresa al escuchar el nombre: FLORENTINA, pocas horas antes había tenido una Misa en la Parroquia que lleva su nombre en Cartagena.

 

Bueno, Florentina y yo seguimos caminando hasta llegar a la farmacia, y nada... tampoco tenían la leche... Florentina, me contó algo de su vida, de sus penurias y de lo mal que lo estaba pasando en España, de como quería volver a su pais y no podía..., y volvía a agradecerme mi tiempo y lo bueno que era... El tiempo se me acababa y ahora ella me decía que me fuera, que iba a llegar tarde a mi segunda reunión, que no me preocupara por la leche..., no me lo podía creer..., que me fuera, que no me preocupara...

 

LLegamos a la plaza del Parking y le pedí esperarme al lado de un cajero. Ella no se encontraba bien y tuvo que sentarse, no había desayunado nada. Saqué algo de dinero y se lo di, pidiendole que la comprara ella. Luego, me acerqué a ella y le di dos besos: "Que Dios te bendiga Florentina" y me despedía de ella dándole mi teléfono. Ahí se acaba la historia.  

 

Florentina es uno de los 4 hermanos Santos Cartagineses. Las misiones este año han sido una bendición, especialmente en Cartagena. Creo que Florentina ha tenido mucho que ver. La Parroquia de donde parte la Misión es Santa Florentina y cuando le conté esto a D. Antonio su párroco preguntándole por si era un nombre muy común me dijo: En toda Cartagena solamente he conocido 2 Florentinas en todo este tiempo. Imaginenemos en Bulgaria...

 

Gloria a Dios.

 

 

 

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