Al final no habrá misericordia

Tengo que reconocerles que tuve una acolorada discursión en uno de mis Encuentros con Cristo (Regnum Christi) sobre que era mayor, si la justicia o la misericordia, defendiendo yo el primero como atributo de Dios por encima del segundo.  Sin duda todos ustedes discutirían en mi contra... pero verán como no es tan sencillo. En nuestro corazón hay un profundo anhelo de justicia, de hecho, no hacemos más que decir: "No es justo", cuando nos han hecho esto o lo otro (a ninguno le escucho decir misericordia). Por tanto una cosa es lo que decimos y otra lo que hacemos. Mejor no hablar si se trata de sufrir "una gran injusticia" (han asesinado a un familiar u otro caso de esos que nos gusta llamar extremos). ¿Qué palabra pronunciarían ustedes si les pasara algo así? ¿Misericordia?

 

Pues bien, creo que el gran error es pensar que la Justicia se opone a la misericordia como si ambas fueran comparables. La Misericordia es una forma de justicia, donde un tercero decide inmolarse, para que sobre él actúe la justicia. Sería una especie de víctima expiatoria. Dios no puede dejar de ser justo, y la misericordia existe porque alguien libremente decide que la justicia, en un acto de amor infinito, recaiga sobre sí mismo. ¿Les suena?. El Padre Pío, uno de los grandes santos del S.XX, ofreció su vida a Dios para la salvación de las almas, imitando así a Cristo...

 

Por eso, vivimos tiempos de misericordia, unos tiempos que no merecemos por justicia, pero que nuestro Padre del cielo nos ha regalado, tiempos en los que Cristo, hoy, aquí y ahora, ha muerto por tí y por mí para que también nosotros vivamos. Aprovechemos ese tiempo, pues al final solamente quedará la perfecta justicia de Dios, donde cada uno recibiremos según nuestras obras de amor. Seremos juzgados por el amor. ¿Hay juicio más perfecto?. Sin embargo ahora, además de ser justos (que no es poco), estamos llamados a ser misericordiosos, como lo es nuestro padre del cielo. En eso, nos deberíamos distinguir los católicos...

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Comentarios: 3
  • #1

    Víctor Lozano (miércoles, 14 noviembre 2012 22:30)

    Interesante entrada Jorge. La misericordia es un regalo de justicia. Un inmolado que muere por los demás. El sacrificio del cordero en pro de la humanidad.

  • #2

    Misionero (jueves, 15 noviembre 2012 23:29)

    No veo a Dios de juez, le veo como Padre

  • #3

    VERO (viernes, 16 noviembre 2012 07:41)

    "Cuando llegue el Juicio, el tiempo de la misericordia habrá llegado a su fin; allí no encontraremos confesonarios. Por eso, los pecados que hayan sido expiados con la compunción del hombre y lavados en el sacramento del Perdón con la Sangre de Cristo aparecerán, más bien, como obras de Justicia, de su Justicia. Me dan más miedo –mucho miedo- aquellos pecados que el hombre se negó a reconocer y, por tanto, a expiar. Y me producen pánico aquellas culpas que hayamos justificado con falsas disculpas, o con acusaciones hacia los demás; porque allí, en el Juicio, el manto de mentiras con que cubrimos nuestras traiciones se derretirá como la cera, y esos pecados que no quisimos reconocer clamarán justicia ante Dios. Por eso a Él le pido cada día que jamás trate yo de cubrir mis pecados; que me otorgue la humildad necesaria para reconocer mis culpas aquí en la tierra, y el amor que me lleve a llorarlas ahora. ¡Ay de mi si no lo hiciera!
    Tu, que tienes cerca una Iglesia con un confesionario, entra, no tengas miedo. Confiesate y limpia tu alma, no sea que hoy seas llamado ante el Padre y no tengas mas que suciedad para presentarle.