Teología de género

Hace poco tuvimos una formación de Misiones de Guatemala y tocamos el tema del Bautismo... Uffff.... la que se lió con esta frase del evangelio: "el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5) ó "El que crea y se bautice se salvará, pero el que se resista a creer se condenará" (Marcos 16,16). El caso es que el P. Juan Carlos Angulo L.C. (mi cura preferido) estaba explicando esto de que solamente entrarán en el cielo los bautizados y poco menos que casi se lo comen... por supuesto que los no bautizados quedan confiados a la misericordia de Dios, pero... ¿Somos todos iguales? ¿Dios nos quiere a todos por igual?... aquí empezó el lío... y la discusión parte desde mi punto de vista de un error de base: Igual que hay ideología de género, también hay teología de género. No todos somos iguales a los ojos de Dios, sus creaturas son diferentes y por tanto no nos ama a todos por igual..., los ángeles por ejemplo son seres más perfectos que los hombres, pero de menor diginidad, pues Dios se hizo hombre y no ángel. En contra de la opinión dominante creo que no todas las personas somos iguales para Dios, el tiene sus preferidos, por ejemplo la Virgen María, San Juan (el apóstol predilecto) y un largo etcétera. Algunos pasajes del evangelio nos hacen ver la diferente lógica de Dios y como en el fondo somos envidiosos (recuerden la parabola de los jornaleros que salen a trabajar en la viña del señor y trata igual a los últimos que a los primeros...). Miren..., ninguno se exige así mismo amar a Dios como lo hizo la Virgen María,  S. Juan, ni ningún otro    Santo..., eso sí, yo soy igual a ellos y Dios no puede hacer distinciones, pero... ¿No las hacemos nosotros? ¿amamos igual a todo el mundo? Sin duda esto que exigimos a Dios y que no cumplimos nosotros es TEOLOGÍA DE GÉNERO.

Les doy algunos argumentos para la reflexión:

- En el Reino de los cielos no todos seremos iguales, pues no todos habremos meritado lo mismo, ni podido hacer producir los mismos talentos, porque no hemos recibido lo mismo..., aunque como dice Santa Teresita, será como un prado lleno de flores, donde las margaritas no tendrán envidia de las Rosas.

- Dios no nos puede querer por igual porque somos diferentes. Esto que diré es politicamente incorrecto, pero un padre de familia no quiere por igual a sus hijos, los quiere infinitamente a todos en su diversidad, pero también tiene sus preferidos. No pasa nada. Por cierto, aquí les reconozco que yo he tenido envidia de mis hermanos por no ser el preferido. ¿Ustedes también?... que sepan que el amor más parecido al de Dios es el de un padre a un hijo, y viceversa lo más parecido a lo que a los hombres nos pasa con Dios...

- Por último me gustaría dejarles un apunto de lo que dicen los teólogos fue el pecado de Satanas (un angel superiror: Un querubín,  el ser más perfecto creado por Dios). Cuando vio que Dios se iba a encarnar y hacerse hombre, fue cuando por envidía se reveló contra Dios... Non Serviam.

 

¿SOMOS IGUALES?...      

Comentarios: 5
  • #5

    Germán (viernes, 22 junio 2012 20:44)

    Cuenta con las oraciones que pides... confía en el señor que solo Él conoce los caminos que tiene preparados para cada persona :-)

  • #4

    Germán (jueves, 21 junio 2012 19:59)

    El Papa ha pedido, en repetidas ocasiones, que se traduzca bien en la misa el "Pro multis", se tradujo en la plegaria Eucarística como "Por vosotros y por todos los hombres" cuando lo que realmente dijo el Señor fue "por vostros y por muchos".... misterio, el Señor sabrá ¿quienes somo nosotros para enmendarle la plana.

  • #3

    Benedicto XVI (sobre el bautismo) (martes, 19 junio 2012 10:43)

    INMERSOS EN EL PADRE, EN EL HIJO, EN EL ESPÍRITU SANTO
    ...Por lo tanto, estar bautizados quiere decir estar unidos a Dios. En una única y nueva existencia pertenecemos a Dios, estamos inmersos en Dios mismo.

    Pensando en esto, podemos ver inmediatamente algunas consecuencias.

    La primera es que Dios no está lejos de nosotros, no es una realidad que hay que discutir – si existe o no existe –, sino que nosotros estamos en Dios y Dios está en nosotros. La prioridad, la centralidad de Dios en nuestra vida es una primera consecuencia del Bautismo. A la pregunta: "¿Existe Dios?", la respuesta es: "Existe y está con nosotros; esta cercanía de Dios tiene que ver con nuestra vida, este estar en Dios mismo, que no es una estrella lejana, sino que es el ambiente de mi vida". Esta sería la primera consecuencia y, por lo tanto, tendría que decirnos que tenemos que tener en cuenta esta presencia de Dios, vivir realmente en su presencia.

    Una segunda consecuencia de cuanto he dicho es que nosotros no nos hacemos cristianos. Ser cristianos no es algo que es consecuencia de una decisión mía: "Yo, ahora, me hago cristiano". Es verdad que mi decisión también es necesaria, pero sobre todo, es una acción de Dios conmigo: no soy yo quien me hago cristiano; yo soy agarrado por Dios, tomado de la mano por Dios y así, diciendo "sí" a esta acción de Dios, me convierto en cristiano.

    Llegar a ser cristianos es, en un cierto sentido, "pasivo": yo no me hago cristiano, sino que Dios me hace un hombre suyo, Dios me toma de la mano y realiza mi vida con una nueva dimensión. Del mismo modo que yo no vivo por mí mismo, sino que la vida me es dada; he nacido no porque yo me he hecho hombre, sino que he nacido porque el ser humano me es donado. Así, también el ser cristiano me es donado, es un "pasivo" para mí, que se convierte en un "activo" en nuestra, en mi vida. Y este hecho del "pasivo", de no hacernos por nosotros mismos cristianos, sino de ser hechos cristianos por Dios, ya implica un poco el misterio de la cruz: sólo muriendo a mi egoísmo, saliendo de mí mismo, puedo ser cristiano.

    Un tercer elemento que se abre enseguida en esta visión es que, naturalmente, estando inmerso en Dios, estoy unido a los hermanos y a las hermanas, porque todos los otros están en Dios y si me sacan de mi aislamiento, si yo estoy inmerso en Dios, estoy inmerso en la comunión con los otros.
    Estar bautizados no es nunca un acto solitario del "yo", sino que es siempre necesariamente un estar unido con todos los otros, un estar en unidad y solidaridad con todo el cuerpo de Cristo, con toda la comunidad de sus hermanos y hermanas. Este hecho de que el Bautismo me introduce en comunidad rompe mi aislamiento. Tenemos que tenerlo presente en nuestro ser cristianos.

    Y, por último, volvamos a la palabra de Cristo a los saduceos: "Dios es el Dios de Abraham y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob" (cfr. Mt 22, 32) y, por lo tanto, éstos no han muerto; si son de Dios, están vivos. Quiere decir que con el Bautismo, con la inmersión en el nombre de Dios, también estamos nosotros ya inmersos en la vida inmortal, estamos vivos para siempre.

  • #2

    665 (martes, 19 junio 2012)

    Con lo que ha costado equiparar los derechos de hombre y mujeres y ahora nos vienes tu con estas... No conozco padre de familia (excepto tu) que diga que quiere a todos sus hijos por igual...aunque es verdad que como hijos sentimos envidia muy fácilmente unos hermanos de otros y se lía la de San Quintín cada vez que hay que repartir herencia de los padres.

  • #1

    TRINI (lunes, 18 junio 2012 19:49)

    ¡Querido mio!Y digo esto porque eres mi esposo y amigo estoy de acuerdo con todo lo que dices y si alguien lee esto, me encantaría pedir oraciones para que mis hermanos no creyentes bauticen a sus hijos y así también ellos sean hijos de Dios